"O Munaciello", que en napolitano significa literalmente pequeño monje, es una de las figuras esotéricas más famosas y características de la tradición partenopea.
Es un genio legendario del folclore de la ciudad a la sombra del Vesubio, representado como un niño deforme o una persona de baja estatura, una especie de gnomo, vestido con un saio y con hebillas plateadas en los zapatos. Aún hoy nos preguntamos si esta figura fue inventada por los cuentos populares o si, en cambio, existe realmente. Sus manifestaciones serían numerosas: de simpatía, cuando deja monedas y dinero escondido dentro de las viviendas, o hace pequeñas bromas que se convierten en números para jugar a la lotería; de aprecio, cuando roza a las bellas mujeres, o por despecho, cuando oculta y rompe objetos o sopla en los oídos de quien duerme.
La cocina napolitana es el resultado de una mezcla equilibrada de tradiciones gastronómicas griegas, romanas y de las sucesivas dominaciones que ha sufrido la ciudad, como la francesa y la española. Nacida como cocina muy pobre, pero acompañada por una gastronomía más buscada y elaborada típica de la aristocracia, a lo largo de los siglos ha evolucionado y modificado, reelaborando las tradiciones populares con la de los nobles. Hoy son muchos los platos y las recetas simples o articuladas que confieren una identidad muy precisa a la cocina napolitana.
La cocina napolitana es el resultado de una mezcla equilibrada de tradiciones gastronómicas griegas, romanas y de las sucesivas dominaciones que ha sufrido la ciudad, como la francesa y la española. Nacida como cocina muy pobre, pero acompañada por una gastronomía más buscada y elaborada típica de la aristocracia, a lo largo de los siglos ha evolucionado y modificado, reelaborando las tradiciones populares con la de los nobles. Hoy son muchos los platos y las recetas simples o articuladas que confieren una identidad muy precisa a la cocina napolitana.
La cocina napolitana es el resultado de una mezcla equilibrada de tradiciones gastronómicas griegas, romanas y de las sucesivas dominaciones que ha sufrido la ciudad, como la francesa y la española. Nacida como cocina muy pobre, pero acompañada por una gastronomía más buscada y elaborada típica de la aristocracia, a lo largo de los siglos ha evolucionado y modificado, reelaborando las tradiciones populares con la de los nobles. Hoy son muchos los platos y las recetas simples o articuladas que confieren una identidad muy precisa a la cocina napolitana.